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The Brazilian cooperative movement is full of di-
versities. The mosaic of races and cultures of this country
of continental proportions imposes a mixture of stages of
economic development. Cooperatives do not break from
this rule. While the South and Southeast are coopera-
tive forces and even the envy of developed countries, the
North and Northeast need special government attention
to properly develop. On the other hand, these differentials
ensure creativity and complement each other. Countless
examples can be found of Brazilian cooperatives driving
the economy of communities, using local vocations and
overcoming economic crises or climate problems.
The cases are multiplying. 3.5 million Brazilians
were linked to the cooperative movement in 1995. A decade
later, this figure had simply doubled. There were 6.8 million
cooperative members in 2005, valuing principles like social
responsibility, education and democratic administration. Ac-
cording to Organization of Brazilian Cooperatives (OCB) data,
the sector involves 200,000 direct jobs in 7,500 cooperatives
with a presence in 31% of Brazilian municipalities.
Cooperation is synonymous with development.
The cooperative ideal is a doctrine stabilized by principles
and values, with a basic ethic which has the same objec-
tives of any serious democratic government: social jus-
tice, equity, distribution of income, environmental protec-
tion and assurance of food safety.
The Human Development Index (IDH) proves
the minister’s statement. While municipalities without
cooperatives have an average IDH of 0.6%, those with
cooperation show an increase to 0.7%. And the good
results are also being seen in adding value to coopera-
tives’ products and growth in exports. This performance
as a result of “investment in people”, through the numer-
ous educational actions promoted by the system, many
of which are supported by MAPA. The lines of positive
results in the graph of the cooperative sector are directly
proportional to the process of education. In agriculture,
for example, the average income of cooperative members
is almost twice that of those outside the system.
This is due to the fact that, trained and conscien-
tiously organized, people join forces and become strong
enough to confront the marketplace. When they are as-
sociated together, individuals are able to make things
happen more equitably, in terms of both access to and
distribution of resources. And that is where the great
value of the system lies.
A B r a z i l i a n w a t e r c o l o r
The cooperative movement shows countless
examples of its fundamental drive to the economy and
development of communities, energizing the nation
El cooperativismo brasileño es lleno de diversidades. El mosaico de razas y
de culturas formado en este país de dimensiones continentales impone una mezcla de
estados de desarrollo económico. Y el cooperativismo no huye de la regla. Mientras que
el Sur y el Sudeste son potencias cooperativas de dar envidia hasta a los países desar-
rollados, el Norte y el Nordeste piden atención especial del gobierno para ir adelante. Por
otro lado, las diferencias garantizan creatividad y se complementan. En los 13 ramos del
cooperativismo brasileño se encuentran incontables ejemplos de impulso a la economía
de las comunidades, de aprovechamiento de las vocaciones locales y de superación de
crisis económicas o de problemas climáticos.
Estos casos se multiplican En 1995, 3,5 millones de brasileños estaban unidos
al cooperativismo. Una década después, este número simplemente había doblado. En
2005 había 6,8 millones de cooperados, valorizando principios como la responsabilidad
social, la educación y la gestión democrática. El sector suma casi 200.000 empleos
directos en 7.500 cooperativas, que están presentes en el 31% de los municipios brasi-
leños, de acuerdo a datos de la Organización de las Cooperativas Brasileñas (OCB).
La cooperación es sinónimo de desarrollo. El cooperativismo es una doctri-
na cargada por principios y valores, con una ética básica que tiene los mismos objeti-
vos de cualquier gobierno democrático serio: justicia social, equidad, distribución de
renta, defensa del medio ambiente y garantía de la seguridad alimentaria.
El Índice de Desarrollo Humano (IDH) comprueba la constatación del mi-
nistro. Mientras que en los municipios sin cooperativas el promedio es de IDH del
0,6%, donde hay cooperación él aumenta al 0,7%. Además, los buenos resultados
aparecen en primer lugar en la agregación de valor a los productos de cooperativas y
en el crecimiento de las exportaciones. Este desempeño es un reflejo de la inversión
en las personas, con las innumerables acciones educativas promovidas por el siste-
ma, muchas de las cuales apoyadas por el MAPA. Las líneas de resultados positivos
en el gráfico del sector cooperativo son directamente proporcionales al proceso de
educación. En la agricultura, por ejemplo, la renta media de los cooperados es casi
dos veces superior a la de los que no están en el sistema.
Esto se debe al hecho de que, capacitadas y concientemente organizadas, las
personas suman fuerzas y se vuelven robustas lo suficiente para enfrentar el mercado.
Asociados, los individuos son capaces de hacer que las cosas se realicen de forma
más equitativa, tanto en el acceso como en la distribución de los recursos. Y es ahí
donde vive el gran valor del sistema.
Acuarela brasileña
El cooperativismo revela incontables ejemplos de
impulso fundamental a la economía y al desarrollo
de las comunidades, vitalizando al país