![](bg9f.jpg)
moral, seria uma imoralidade ademais de um absurdo, significaria o
campo amplamente aberto à má fé e à fraude”
408
.
Devido às dificuldades oferecidas pelo critério finalístico, Josserand acaba
por sugerir sua substituição pelo critério do motivo legítimo, uma variante da teoria do fim
social, que caracteriza o abuso de direito quando o titular do direito não tem um motivo
legítimo para exercitá-lo. Assim, esclarece o jurista francês que:
“(...) os romanos se limitaram, nesta obra de humanização e
socialização do direito, a perseguir o dolo e a fraude e a condenar
a intenção de causar dano; para eles o ato abusivo era unicamente
o que se praticava com intenção nociva. O direito moderno e
especialmente o direito contemporâneo têm do abuso uma idéia
muito mais compreensiva; é abusivo qualquer ato que, por seus
motivos e seu fim, vai contra o destino, contra a função do direito
que se exerce; ao critério puramente intencional tende a substituir-
se um critério funcional, derivado do espírito do direito, da função
que lhe é encomendada. Cada direito tem seu espírito, seu objeto,
sua finalidade; quem quer que tente afastá-lo de sua missão social
comete uma falta, delituosa ou quase delituosa, um abuso do
direito suscetível de comprometer, dado o caso, sua
responsabilidade.
Tudo se reduz, pois, ao discernimento, de um lado, do espírito, da
função do direito controvertido e por outro, o motivo que o titular
obedeceu no caso concreto. Se houver concordância, o direito foi
exercido corretamente, ou seja, impunemente; se houver
discordância, o exercício se converte em abuso e é suscetível de
entrar em jogo a responsabilidade do agente”
409
.
408
Josserand, 1999, p. 4 (tradução nossa). “En esta teoría los derechos (...) derivan su origen de la comunidad
y de ella reciben su espíritu y finalidad; cada uno se encamina a un fin, del cual no puede el titular desviarlo;
están hechos para la sociedad y no la sociedad para ellos; su finalidad está por fuera y por encima de ellos
mismos; son, pues, no absolutos, sino relativos; deben ejercese en el plano de la institución, con arreglo a su
espíritu, o de lo contrario seguirán una dirección falsa, y el titular que ellos haya, no usado, sino abusado,
verá comprometida su responsabilidad para con la victima de esa desviación culpada. (...) un acto cumplido
de conformidad con determinado derecho subjetivo puede estar en conflicto con el derecho objetivo, con la
juridicidad, y este conflicto es el que los romanos habían ya entrevisto y que traducían por la máxima
famosa: Summum jus, summa injuria. (...) A menudo el fin es susceptible de justificar los medios empleados,
pero en ningún caso los medios justifican el fin: ello sería la inversión de la moral, sería una inmoralidad a la
par que un absurdo, significaría el campo ampliamente abierto a la mala fe y al fraude”.
409
Josserand, 1999, p. 5 (tradução nossa). “(...) los romanos se limitaron, en esta obra de humanización y
socialización del derecho, a perseguir el dolo y el fraude y a condenar la intención de causar daño; para ellos
el acto abusivo únicamente era el que se cumplía con intención nociva. El derecho moderno y especialmente
el derecho contemporáneo se forma del abuso una idea mucho más comprensiva; es abusivo cualquier acto
que, por sus móviles y su fin, va contra el destino, contra la función del derecho que se ejerce; al criterio
puramente intencional tiende a substituirse un criterio funcional, derivado del espíritu del derecho, de la
función que le está encomendada. Cada derecho tiene su espíritu, su objeto, su finalidad; quien quiera que
intente apartalo de su misión social comete una falta, delictuosa o cuasidelictuosa, un abuso del derecho
susceptible de comprometer, dado el caso, su responsabilidad.