No se acordaba ya del huevo. Allí quedaba aún sobre el suelo de la
galería, y Nagaina iba acercándose más a él, hasta que, al fin, mientras Rikki-tikki se detenía para
tomar aliento, lo cogió en la boca, volvióse hacia los escalones que daban acceso a la galería, y se
lanzó como una flecha al estrecho caminillo, perseguida por Rikki-tikki. Cuando una cobra huye
para salvar su vida en peligro, parece la punta de un látigo en el momento en que el carretero la
hace chasquear sobre el caballo.
No se le ocultaba a Rikki-tikki que no tenía, entonces, más remedio
que coger a la serpiente, porque, de lo contrario, todo su trabajo habría sido inútil y tendría que
volver a empezar de nuevo. Dirigióse aquella, en línea recta, hacia la hierba alta que crecía junto
al espino, y al pasar corriendo oyó Rikki-tikki a Darzee que entonaba aún su estúpido himno
triunfal. Pero la esposa de Darzee era más discreta que él. Arrojóse del nido en el instante mismo
de pasar Nagaina, y empezó a revolotear sobre la cabeza de la serpiente. Si Darzee hubiera
prestado también su ayuda, hubiera sido posible que la hicieran retroceder; pero
entonces no hizo Nagaina más que bajar su capucha y seguir adelante. Sin embargo, el momento
que perdió al hacer esto, permitió a Rikki-tikki acercarse más, y cuando la fugitiva se metió en la
madriguera, semejante a la boca de un nido de ratas, en que ella y Nag solían vivir, los blancos
dientes de su perseguidora se clavaron en la cola de Nagaina, y ambas entraron juntas en la
madriguera... cosa que ninguna mangosta, por vieja y lista que sea, se atreve a hacer. n el agujero
aquel reinaba completa oscuridad, y Rikki-tikki no sabía si se ensancharía de pronto, ofreciendo a
Nagaina el espacio necesario para revolverse y morderla. Aguantó firme, y clavó las patas en el
suelo para que hicieran de freno en la oscura pendiente de aquella tibia y húmeda tierra.
Luego, la hierba que crecía a la entrada del agujero dejó de moverse,
y Darzee dijo:
-Todo ha terminado para Rikki-tikki. ntonemos himnos a su muerte.
¡La valiente Rikki-tikki ha muerto! Porque no hay duda de que Nagaina la
matará allí, bajo tierra.
Así, pues, púsose a cantar una triste melodía que improvisó inspirado
por la impresión del momento, y precisamente cuando llegaba a la parte más patética, movióse
otra vez la hierba,, y Rikki-tikki, cubierta de polvo, se arrastró pausadamente fuera del agujero,
relamiéndose los bigotes. Darzee callóse enseguida, dando un grito. Sacudióse un poco el polvo la
valiente Rikki-tikki, y estornudó.
-Todo ha terminado –dijo-. Nunca más saldrá ya de aquí la viuda.